Charlas ficcionales #2: La llamada

No sé si es amor que tienes, o amor que finges,
el que me das. Me lo das. Tanto me basta.

– Fernando Pessoa


-Hola.
-Hola, ¿cómo estás?
-Bien, bien. Llegando a la oficina a terminar unas cosas que tengo pendientes. Me habían invitado a la casa de un amigo, pero no voy a ir. Prefiero quedarme terminando lo que tengo.
-Ah…
-¿Tú cómo estás?
-Bien… Bien. Estoy fumando, dejando de pensar.
-¿Te gustó la reunión?
-Fue muy conmovedora. Me gustan estas reuniones, aunque te he dicho que soy mala en escenarios sociales. Invítame a la próxima. Me gustaron mucho las experiencias…
-Estuvo increíble. ¿Te gustó la que conté?
-Sí… Sí, pensé que ibas a contar más.
-Iba a contar más pero vi que me estaba alargando mucho y frené. Luego las cuento.
-Bueno. Ya tendrás tiempo
-Sí.
-Me dio risa cuando dijiste que ya te habíamos oído hablar. Pensé que ibas a hablar de tu divorcio y te estabas disculpando por monotemático.
-No, nada. Ya esa experiencia la conté y no me escuchaste.
-No pude ir ese día, lo siento.
-No pasa nada.
-Pero en verdad me gustó todo. Incluso el aporte de Claudia. Y me gustó sobre todo porque se le siente la calma de la que habla, ¿no te parece?
-Sí, demasiado. Estuvo bien que la compartiera.
-Me dio un regalo por lo del sábado.
-¿Qué te dio?
-Unas libretas para anotar reflexiones. A veces no le entiendo cuando habla, pero me dio un abrazo caluroso.
-Qué linda.
-Sí.

Pausa

-Me pasó algo raro ahora que venía de camino para acá.
-Cuéntame
-Llegué a la casa, vi a mi roommate y a su novio, hablé un rato con ellos y me preparé una ensalada rápida antes de venir.
-¿Cómo está Santiago? Tengo tiempo sin verlo.
-Bien, sigue con el pie fracturado, pero está alegre.
-Qué bien.
– Sí. Bueno, hablé con ellos un rato, comí y me vine a la oficina caminando. Y cuando venía en camino, me entró una tristeza…
-¿Por qué, qué pasó?
-No sé. Creo que es eso que dices, que la tristeza es consecuencia de la felicidad.
-¿Qué te hizo feliz que ahora te pone triste?
-Tú.

Pausa

-¿Estás trabajando?
-No. estoy poniendo un poco de música y hablando contigo.
-Ah…
-Iba a fumar pero no traje encendedor y el que tenía aquí se lo llevó Carla. No tengo efectivo para salir a comprar, tendría que ir a sacar dinero al cajero… En fin.
-Qué mal escenario. Lo siento.
-Bueno, es lo que hay.

Pausa

-¿Estás ahí? No me respondiste.
-Disculpa, es que no sé qué decir.
-No pasa nada.
-Cuéntame de tu tristeza.
-No sé, me gustó verte ayer, me gusta mucho estar contigo. Y hoy no nos vimos. Supongo que es eso.
-Necesito alejarme un poco…
-Yo sé, y no me gusta. No me gusta tenerte lejos.
-Me hace daño el roce.
-Ya, entiendo. Te entiendo. Y te extraño.
-No volvamos a discutirlo, no vamos a salir con vida de esa discusión.
-Quizá sí.
-No. Yo te amo, tú me quieres. Yo necesito estar aquí para ordenar eso. Fin.
-Te extraño.
-No me digas eso.
-Tenías razón. La tristeza es una consecuencia de la felicidad.
-Yo también estoy triste a diario porque te extraño.
-Eva…
-¿Cómo te sientes?
-Ya estoy bien, pero fue raro.
-Esto es raro.
-Sí…

Pausa

-Me voy a trabajar antes de dormirme. ¿Hablamos luego?
-Claro, anda. Todavía es temprano, puedes terminar y dormir sin problema.
-Tienes razón. Me despido, te mando un beso.
-Un beso de vuelta.

Pausa final.

 

 

 

 

 

 

 

Un Comentario

  1. rh

    Hermoso diálogo. Me gustó esa relación que describes entre la felicidad y la tristeza.
    Sí, creo en ella.

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